Para nosotros, María es la Merced de Dios, redentora de cautivos, que se dignó inspirar la fundación de nuestra Orden a San Pedro Nolasco. Por eso somos, por naturaleza y desde el primer momento existencial, una orden religiosa mariana. La Orden de la Merced es mariana porque María está presente en su espiritualidad desde la misma fundación. En la tradición oral originaria, recogida posteriormente por escrito, las tradiciones marianas configuran nuestra historia y espiritualidad genuinas.
La advocación de la Merced se ha convertido, universalmente, en una devoción de raigambre popular. Los pueblos acuden a ella en sus mayores necesidades. Las obras de misericordia se relacionan directamente con esa advocación, ya que todas ellas se realizan en la redención de cautivos. Es una advocación estrictamente dinámica y de carácter social, de allí la actualidad de su mensaje porque siempre habrán cautividades de diverso orden.
Desde 1696 su fiesta quedó fijada en el calendario universal el 24 de septiembre de cada año.
María de la Merced, como madre de cautivos y redentores, unifica y acoge bajo su manto de misericordia a todos los que sufren y a todos los necesitados. Su mensaje de libertad se difunde a todos aquellos que quieren ser libres de acuerdo al Evangelio y estar preparados para liberar a todos los oprimidos.
Su devoción se extendió por Europa, África, Asia y particularmente por América Latina, en donde tiene célebres santuarios y basílicas, es patrona de repúblicas y ciudades y protectora en las calamidades públicas.
ORACIÓN LITÚRGICA A NUESTRA MADRE DE LA MERCED
Padre misericordioso, que enviaste al mundo a tu Hijo Jesucristo,
Redentor nuestro, con la maternal cooperación de la Virgen María:
concede a cuantos la invocamos con el título de la Merced, gozar
la libertad de hijos que Cristo Señor nos mereció con sacrificio, y
ofrecerla incansablemente a todos los hombres. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo que vive y reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.